Los secretos de las Haciendas de Olivar
Cuando nos tocan estudios sobre nuestra arquitectura rural, más que un trabajo lo consideramos como aquel juguete al que un niño llega por primera vez, deseando disfrutar de él y mantenerlo como si se tratase de un lingote de oro, una joya.
Las Haciendas de Olivar, por ejemplo, nos transportan a otra época en la que no íbamos apesadumbrados por la hora y el ritmo de vida iba acorde con la naturaleza, con el vivir en paz rodeado de lo mejor de nuestra vegetación y fauna autóctona.
Aún recordamos los magníficos versos de Miguel Hernández cuando decía
“Es la casa un palomar
y la cama un jazminero.
Las puertas de par en par
y en el fondo el mundo entero.”
o de nuestro gran Antonio Machado cuando escribía
“…el caserón ruinoso de ennegrecidas tejas
en donde los vencejos anidan en verano
y graznan en las noches de invierno las cornejas.“.
Actualmente, nos encontramos estudiando esta maravillosa tipología de construcción rural, aventurándonos a ofreceros un pequeño estudio de una de ellas, esperamos que os guste: